El tratamiento de ondas rusas es bastante sencillo. Se colocan electrodos en la zona a tratar, sobre los puntos motores musculares para provocar la contracción y consecuente relajación muscular rítmica.
Los electrodos se sujetan firmemente con bandas elásticas para evitar que se muevan durante la sesión.
El paciente debe posicionarse de una forma que favorezca la contracción del músculo. De este modo, se consiguen los mejores resultados y se evitan lesiones.
Para conducir la corriente eléctrica desde el electrodo al músculo es necesario el uso de un agente conductor, que puede ser gel neutro (de base acuosa) o un paño o disco de algodón embebido en agua.
Siempre debe haber suficiente cantidad de producto para asegurar la correcta conducción durante toda la sesión.
La intensidad del estímulo va aumentándose de manera progresiva conforme avanza el tratamiento y, también, en función del estado muscular del paciente. Influye la zona a tratar y efecto a conseguir.
La técnica de colocación de los electrodos está supeditada al tipo de equipo con el que se cuente; algunos tienen electrodos bipolares (+ Y -) mientras que otros vienen con electrodos bifásicos.
La elección del calibre de los electrodos también depende de la zona a tratar; si hablamos de músculos grandes se seleccionan los de mayor tamaño; en los tratamientos faciales se emplean los electrodos especiales para ello; y en los grupos musculares pequeños los de menor calibre.